




Estudio Abierto / Palacio de Correos / Buenos Aires / Argentina
-Observar, escuchar y percibir ... inflamables.-
Lo clásico se vio enmudecido. Las historias ancladas sin destino. Muros y ventanas antiguos… durmiendo para siempre, dieron lugar al escenario donde “Suspensivos Inflamables” tocaron, una vez más, su música.
Comenzaron a tocar a las 18.30. Mientras que preparaban los cables, algunos conocidos y familiares se acercaron. Aquellas personas que llegaron a conocer el Correo en su máximo esplendor buscaron el sitio más cómodo. El mejor lugar para ver a su hijo, su nieto… su hermano. Los amigos contemporáneos hicieron su habitual parada, esperando escuchar una vez mas la creatividad entonando. En Buenos Aires hizo algo de calor. Cayó la tarde y en el edificio del Correo comenzaba un festival de arte donde estos Inflamables calentaron más aun, el domingo. Los micrófonos comenzaron con las pruebas de sonido. Un saxo por ahí gritaba sus primeros llantos. Todo estaba listo. Ellos estaban listos para sonar. Y tocaron primero Yurdiyu. Un comienzo que a mi parecer mareo a quienes no supieron encasillar el género de la música que estaba sonando. Un género propio y de variados orígenes. Mezcla de ritmos. Acordes extraños. Algo que suena, me hace acordar a Luca. Se animan a innovar. Algunas palabras acompañando las cuerdas. Algunas frases colgadas resumieron y tiñeron las canciones con una prosa singular. Ya algunas personas sentadas en el piso del estacionamiento. Nadie se quedo estático. Se estaciono el ritmo y el entusiasmo por verlos tocar. Una nenita corría. Bailaba casi acaparando la atención. Pero los Suspensivos Inflamables supieron igualar ese don que tiene la infancia y fueron ellos que esta tarde dominguera, obtuvieron toda la atención. Nos llenaron de aire y cuerdas, imágenes y alguna voz. Compases pegadizos. Ritmo Copado. Una continua demostración del buen sonido. Agradable para los oídos. “Ensoñecedor” para el cuerpo. … alguna mezcla de notas del 60, 70 y el toque electrónico de los 90. Entre los cuerpos se podía ver personas de todas las edades. Muchas clases. Muchos personajes. Cada uno fue ingiriendo el ritmo de los suspensivos.
Éramos pocos hasta que su segunda canción sonó. Los tímidos aflojaron su triste domingo dormido. Y aquel publico que llegaba un poco mas tarde se vio animado y encantado por esta banda que supo demostrar no solo lo que disfrutan de la música que hacen, sino del placer de compartirla. Este grupo que sabe fusionar el reggae, con un poco de Jazz, Ska, Dub con detalles electrónicos, llenaron la oscuridad de imágenes psicoreggaeteadas que narraban el mensaje de cada canción. Una canción tras otra y el público ya se movía al ritmo de la música que ellos saben hacer muy bien. Sólo pasaron unas canciones para que aquel edificio antiguo tome vida en su principal piso. Mucha gente se acerco a verlos. Se asomaron y estacionaron sus cuerpos, alguno movía su cabeza, otro alejado su mano contra su pierna. Un atento y agradecido público escucho a la Banda Suspensivos Inflamables.
Una banda de 6 excelentes músicos que hicieron de este domingo un día especial. Dentro de la historia tocaron sus instrumentos. Los acariciaron, los besaron. Nos mostraron que el maravilloso lugar ayudo pero la buena música todavía puede ser tocada un domingo a la tarde.
Por Cete De Luca
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