21.10.06

Vivo en La Castorera (vol.4)








La Castorera / Buenos Aires / Argentina



Avenida Córdoba 6237. Viernes de verano en primavera. 23 horas, puntual puntual. Aire denso. Máquina de humo. Tocan los Suspensivos. Comienzan los tandilenses de Superexelent a volar La Castorera acompañados una vez más, y como en ese lejano otoño, con los cactus, hongos y pájaros famosos de Fermín Kolor (otro icono tandilense). Una canción tras otra va despertando a todas esas personas ahí paradas, que se van animando a dejarse ir, con calor pero con sed de sentir más calor todavía. Más o menos alrededor de los 25, 26, 27 grados, Superexelent se bajó del escenario dejando a todo un público pidiendo más. Y ahí subieron los seis suspensivos, para agitar el calor con más humo todavía. Fue un comienzo de temas tranquilos (si te pones a comparar…), pero a medida que se acercaba la madrugada, el sol se iba acercando, el calor iba subiendo y las canciones fueron, a su vez, tomando una fuerza cuasi violenta por así decirlo. Se escucharon esas canciones que uno fue a gritar, y se bailaron aquellas canciones que quieras o no, uno se siente obligado a bailar. Incluso a aquellos menos liberados (o los que no se dejaron liberar?) que estaban sentados o parados inmóviles sintiendo un no-se-sabe-que, se los veía acompañar cada canción con ese involuntario “tap-tap” del pie izquierdo. La música fue, como siempre, acompañada con esos videos a los que mejor no intentes encontrarle un sentido, porque el único sentido (me animo a decir) es el “sin sentido” alguno. Sin embargo, recital que pasa, recital que se encuentran cosas nuevas en esa pantalla, que muestra imágenes que bailan y saltan y se mueven gracias a la polenta de los seis de adelante. El público vibró de manera descontrolada en una danza de supuestos empujones sin choque. Como átomos en plena explosión, se movían a través de La Castorera de acá para allá y de allá para acá otra vez. Un público que ya se ganó el titulo de “groupies oficiales”, y un lugar especial ahí, bien cerquita de la banda, para expresar con esos saltos, piruetas y baile desenfrenado lo que a menos de un metro expresa una banda a su mejor manera. A la manera, nada mas ni nada menos, que suspensiva inflamable.
Por cuarta vez en el año, La Castorera le dio la bienvenida a todo aquel que fue hasta allá para escuchar lo que se escuchó y ver lo que se vió. Ni mas ni menos. Fuiste por lo mejor de Superexelent, por lo de mejor de Suspensivos, por los cuadros de Fermín Kolor y por volverte con una remera estampada, y te fuiste con todo eso ajunto. No faltó nada.
Se podría decir que “Tandil - Buenos Aires” es una fórmula que no deja de funcionar. Ni así lo queremos nosotros.


Por Jackie “Chucky” Schneider.-

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